Un mecanismo armónico indispensable para la vida humana se fragmentó en nuestra consciencia el día en el que la lógica se sobrepuso a la intuición.
Es, probablemente, en esta conquista poco fortuita en la que nuestra brújula interior desdobló su norte, dejándonos huérfanos de una herencia cultural inmaterial fija que, muchas veces, hace de raíz de todos los conocimientos que actualmente presumimos como occidentales.
¿Qué pasaría si la lógica y la intuición fueran hermanas gemelas separadas al nacer?
Se sostiene que el verbo intuir proviene del latín tardío "tueri" con dos significancias posibles, una de ellas es la de proteger y, la otra, se relaciona más a la capacidad de contemplar. Y ya que estamos en esto de unir lo aparentemente polarizado, podemos animarnos a jugar en el inmenso origen etimológico de las palabras, para concluir (al menos en lo representado como legítimo en este texto), que, la intuición es el ejercicio de velar por aquello que contemplamos como una verdad, en lo más profundo de nuestra capacidad de maravillarnos.
¿Qué pasaría si instamos a que estas milenarias pero distantes hermanas vuelvan a encontrarse en un sentido abrazo?
¿Será acaso el dolor de la imposición de formas "civilizadas" de pensamiento y conducta purgado en el vuelo de lo infinito?
¿Será acaso la razón humilde ante su propio origen?
No creo que sean preguntas nacidas para tener una respuesta en los tiempos corrientes, ni tampoco el propósito último de estos relatos, no puedo ser profeta sabiendo la pequeña porción de existencia que me respira.
Pero si, me animo a invitarnos a ser testigos sintientes de la poesía, la ciencia y otras magias, jugando juntas en este ocaso transitorio de la humanidad.
Pero si, me olvidaba, hay unos seres especiales que han aprendido a permanecer (al menos en su mayoría) sujetas al sustrato, al suelo, a su punto de partida natalicio;
Estos seres conocidos como plantas, son el enfoque de todas aquellas letras que apreciará a continuación, la síntesis de mi percepción, un anclaje seguro a una profunda identidad que aún palpita, pues burbujea atemporal.
Desde el amor es que escribo y comparto. Espero que disfrutes este viaje.
"¿No era uno de los fines últimos del cuerpo humano prestar servicio a la vida vegetal, colmándola de anhídrido carbónico para que pudiesen respirar las plantas, y abonándolas después con su cadáver? ¿No terminan las flores y los árboles por consumir al hombre, y combinando sus restos con la tierra, el agua, el aire y la luz solar, por transformar y transmutar el cuerpo humano en las más gloriosas formas y los más preciados colores?".